viernes, 14 de octubre de 2011

LA VIEJITA


Ya conocés la historia, siempre
andás dándome la vuelta para que la refiera. Parece como si solo con escucharla
ya se os vinieran las ganas de oírla de nuevo. Bueno ya sabés, la viejita no
paraba de decir disparates uno tras otro. Era como esta noche, escribiendo,
escuchando la película con vos y Rosa en el piso. Pareciera como si de repente
su cerebro fuese capaz de un discurso total; incoherente para nosotros; como si
su palabra procediera con extremada claridad a despejar un incomprensible
referente, no sé, algo simultáneo; como si el verbo viese de verdad la cosa y
vos no reconocieras más que extrañas formas; igual solo estaba loca y ya está;
la viejita que iba y venía. Pobre viejita. Yo imaginaba que decía las cosas que
pasarán, las que pasaron, o las que quizá, lejanas, ocurrían en el instante
preciso en el que las escuchábamos. Se transformaba. Era capaz de
contextualizarse siete años atrás, veinte o cuarenta y pasar el día conversando
con aquellos que murieron, manejando objetos pretéritos. Su cerebro olvidaba el
futuro, el presente. La viejita era fascinante a ratos; otras veces me parecía
una desdibujada derrota, un fantasma cartesiano en busca de una certeza, un
alma olvidadiza encerrada en miles de cuerpos. Siempre diferente la viejita.
Pobre.

No la conozco si es por eso por
lo que preguntás, ni tengo interés. Me da como miedo ¿viste? Igual me acerco y
se me descubre otro rostro, ves, que no soy yo, y me dice la viejita que le
recuerdo, que se yo, a un amigo suyo de hace no más que cincuenta años, y
entonces, ahí te quedás pensando, si la viejita tiene razón, un poder o algo
así y resulta que soy una especie de
impostor, un fugitivo sin memoria. Ya se, la vieja ya no va, no le funciona,
pero que te hace pensar que tenés razón. ¡No pibe! Porque suponés que tenés
claridad, no… ya se. Igual la viejita me conoce y se toma vuelta y dice loca claramente chico>. Sí, aún así me quedaría despojado. Una relación, no
más, y el mundo se va al carajo. Vos mismo. Andás leyendo esta murmuración.
Configurando las estructuras para otorgarle sentido a mi discurso. Pensando que
yo no soy el viejito loco, que mi historia es coherente, que vos sos coherente.
Es la viejita. ¡Claro! Es la viejita no te apurés. La historia está clara. Ella
dice < ¡cuidado con el tipo!> y no hay nadie. Ves, es la viejita pibe.
Tranquilo. Tú no ves a nadie ¿no es cierto? Ves el texto, las palabras, la
sintaxis ¿crees quizá que la viejita sabe qué es la sintaxis? Guardate la
angustia. Vos hacés bien las cábalas, manejás de forma acertada todos los
finales posibles.

A veces cuando escribo imagino
que vos lees igual que yo. Supongo la fricción que se crea entre tu lectura y
la mía. Imagino a la viejita atrapada en el texto. A vos queriendo salir. Yo
mismo acorralado por los puntos y las comas. Los escribo con una Waterman. Una
vez me dijeron que la viejita refería poemas…como el ciego Homero, como Borges creyéndose
inmortal y recordándose Homero. Yo recuerdo a la viejita. Vos igual que yo la
ponés en funcionamiento…es un párrafo no más. En él le cuento lo de la anciana
y su historia. Sí, siempre se vuelve del revés y te acaricia. Lástima que la
tinta y el papel no tenga la naturaleza del espejo. Vos agotaríais los
rostros…la viejita dijo una vez haber visto a dos personas una sola vez con una
sola cara…ayer escribí esto mismo. Vos crees que me ves…es tan solo una de las
formas del olvido. La viejita las usa con sigilo y oficio. El poeta hace lo
mismo. Igual pensabas que esto era un cuento, una historia, algo que al final
parece cobrar sentido y uno dice < ¡lo supe desde el principio! > o < ¡claro, es así, está bien! >... el
truco está desde el principio. Propuesto como un organismo. Caótico, vos sos la
savia…decilo en voz alta pibe: ¡ayer leí el cuento de la viejita, que bien
olvidó quién fue, olvidó el mundo, o sencillamente fue la receptora de un don
arcano que el lenguaje y el cuerpo le impedían trasmitir! Decítelo claro ahora,
bien hondo: no soy la viejita, no escribí esta historia, esto no es un espejo,
yo tan solo leo y no me transformo… ¿la querés otra vez? Claro ya no sos el
mismo, pibe.

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