martes, 25 de noviembre de 2008

COBAYAS HUMANAS

“A veces es necesario saber olvidar”; eso dice nuestro amigo Rouco, el paladín de la infamia, un proveedor de iniquidades intelectuales al más puro estilo Torquemada, que de todo hay en la viña del señor. Es curioso como el asesino es el que casi siempre solicita el recurso del olvido; total, ya que más dará que unos cuantos estén en una cuneta y otros desayunando sus cereales celestiales a la diestra de nuestro señor. No vamos ahora a ponernos quisquillosos con quién provocó una guerra o quién sirvió ideológicamente a un régimen genocida. No hombre no, quédese usted tranquilo que aquí el único asesinato que nos importa es el que se cometió en Jerusalén hace unos 2000 y pico años; al menos, a los estudiosos de la halitosis verbal; ésos que se preparan a conciencia en los seminarios para demostrarte que un mendigo de Belén, con psicosis paranoide, delirios de grandeza, al que los romanos ajusticiaron por “gilipollas” es el hijo de Dios, o Dios, o el espíritu santo. En este país asesinar al prójimo se soluciona con dos padrenuestros, y Rouco y sus esbirros ya hace mucho que los rezaron.

No hay que tener escrúpulos para llevar una sotana, es quizá la primera prueba que pasa un miserable hasta oficiar misa. Rouco es el mejor precisamente por eso, porque nació sin ellos. Por eso puede amenazar con un conflicto bélico dentro de España si la cosa sigue por donde va, porque la Iglesia ayuda y reza por ti siempre que tenga en la mano la soga que te aprieta el cuello, siempre que seas una pobre criatura atenazada por el miedo trascendente que tanto hijodeputa inocula a nuestra infancia, siempre que el alzacuellos se canjee por un buen menú de dos platos y postre o café según el gusto y el criterio. Porque el mundo no puede ser de otra manera < ¿Cómo dice usted; que Dios no murió en la cruz?, ¿entonces dónde?>. Rouco es la punta del iceberg. Enmarañados como raíces le dan su sabia el ignorante y el miserable, aquellos que hacen de la voluntad vaticana tradición, y de la tradición ley natural. Son los que increpan a Fernando Pastor por denunciar que en el colegio público de un país aconfesional, un crucifijo no puede presidir la educación de su hijo. En la foto que recoge El País, una madre sostiene un cartel que dice “no a la dictadura: ¡niños, este año nos quedamos sin belén, sin reyes y sin semana santa gracias a Fernando Pastor!”. Es la misma madre que entiende que la resolución del tribunal que obliga al instituto a retirar el crucifijo es un avance para los musulmanes. Tranquila señora que si Saladino entra por Algeciras, montamos a Aznar en un caballo y le ponemos un casco… el domingo con ABC el Cantar de Mío Aznar… todo se andará.

Hay que joderse con la historia. En pleno siglo XXI y seguimos de contrarreforma. Es la que aplica a su parecer el juez Ferrín a las parejas lesbianas cuando afirma que los hijos de los gays son “cobayas humanas”; y es curioso que esto lo diga precisamente una cobaya!!!!, una cobaya alimentada en el caldero de la intolerancia, en la moral más retrograda, criado en el eructo como forma sublime de justicia, dentro de una sociedad fortificada donde los demás no tienen cabida, sólo aquellos que ríen cuando hay que reír y cargan a la Macarena y la mecen cuando manda el capataz.

No conozco a nadie que haya estudiado la influencia que ejerce una familia compuesta por un hombre y una mujer sobre la futura heterosexualidad del niño. De hecho, nadie me ha preguntado si estoy o no disconforme con mi heterosexualidad aparentemente heredada de mis progenitores. Tampoco conozco a nadie que se haya planteado más allá del símbolo, que demonios pinta un tío en dodotis colgado de una cruz en horario infantil. Tanto miserable vuelve mis posturas cada vez más radicales. No quiero un puto crucifijo en una escuela pública, no quiero a un puto cura en un colegio público inyectando el germen de la trascendencia más rencorosa en los jóvenes que heredarán la democracia, no quiero un puto obispo presidiendo la entrada del año judicial en un país aconfesional y democrático, no quiero un puto Ratzinger operando en el sistema educativo de mi país, deponiendo e imponiendo a discreción; y si eres sacerdote lector, tampoco te quiero a ti leyendo mi artículo, tampoco te quiero a ti dentro de mi blog.

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