viernes, 25 de abril de 2008

TRAS EL ESPEJO, EL OTRO

No deja de ser curioso, que una de las funciones que debe desempeñar la filosofía en el Bachillerato y que ahora releo en el decreto 208/2002 sea la de propiciar una actitud reflexiva y crítica, un pensamiento autónomo, a fin de cuentas generar una sociedad compuesta por individuos. Sobre todo cuando el presente que compartimos se ha empezado a caracterizar por un viaje inacabable hacia lo comunitario. La soledad del ciudadano ya se ha solapado por la agradable compañía de aquellos que como tú comparten la misma euforia por el Madrid o el Barca, la misma animadversión por los catalanes o por los vascos, la misma beligerancia contra aquellos que adoran o no, a según que dios subsidiario o verdadero.
Dice Amartya Sen que la identidad es un concepto plural regido por la elección razonada y en libertad de la relevancia que queremos otorgar, en según qué circunstancias, a una determinada forma de ser “nosotros”; algo de eso también dice Borges en la mayoría de sus cuentos. El futuro de la democracia depende en, última instancia, del fomento de esa pluralidad interna que reside en cada uno de nosotros, del desarrollo del debate razonado, del conflicto de argumentos, y del destierro del destino “inevitable”, que parece ser el paradigma de algunos a la hora de comprender la historia cultural y las distintas comunidades que habitan el mundo. Pese a todo, parece ser la excepción que confirma la regla, la breve aparición de un pensamiento incómodo. Se ha vuelto incoherente todo aquello que simplemente responde a la objetividad. No se puede ser del PSOE y estar de acuerdo con Gallardón, no se puede ser del PP y estar de acuerdo con las políticas sociales del PSOE. Es quizá el razonamiento público lo que nos incomoda. Se está mucho más a gusto tras la cimitarra y la arenga de un líder más o menos carismático, tras el respaldo de once, diez o cinco millones de obedientes soldados cívicos como tú. Cuidado lector, porque tras el discurso furioso, espera el campo de batalla, y el destino “inevitable” de tu cuerpo: la avidez carnívora de los buitres.

No hay comentarios: